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Colombia - 4ª parte
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egún la Constitución vigente desde 1991, el Poder Ejecutivo lo ostenta el presidente de la República, elegido junto con el vicepresidente cada cuatro años (sin poder ser reelegido en dos períodos consecutivos), y necesitando la mitad más uno de los votos emitidos. El presidente nombra a los gobernadores de departamentos, intendentes y comisarios. El poder legislativo recae sobre un órgano bicameral, compuesto por el Senado (114 escaños) y la Cámara de Representantes (119 escaños).
El poder judicial es ejercido por la Corte Suprema de Justicia, de la que dependen el Consejo de Estado, los tribunales, los juzgados y la Corte Electoral. La división administrativa del país establece la existencia de departamentos, distritos y municipios, así como de territorios indígenas con autonomía de gestión y con derecho a enviar un número adicional de senadores por cada comunidad.Durante la época colonial no existe literatura abundante en las tierras de Nueva Granada. La obra del fraile Juan de Castellanos y la de un seguidor del culteranismo, Hernán Domínguez, es la más destacada. Durante esta época, la mayoría de los escritos del Nuevo Mundo tenían más carácter científico (botánico y zoológico) o descriptivo de los nuevos descubrimientos, que literario.No es hasta fines del s. XVIII y principios del XIX cuando las corrientes neoclásicas y románticas llegaron a Colombia. Destacan, entre otros, Vargas Tejada y F. A. Ulloa, o la poesía de José Eusebio Caro y J. Arboleda. En la narrativa del s. XIX se impuso un estilo de carácter costumbrista, que dio paso al surgimiento de un auténtico estilo romántico de influencia francesa, dentro del cual destaca la figura de Jorge Isaacs.
Ya entrado el siglo XX, las corrientes modernistas llegaron a Colombia de mano de José Asunción Silva y de otros poetas, como Luis Carlos López, ejemplo de la poesía tradicional local. La prosa siguió la corriente costumbrista, y tuvo como máximo exponente a Tomás Carrasquilla. A partir de los años 30 entraron con fuerza los movimientos vanguardistas en toda Latinoamérica. El vanguardismo, rico y prolífero en obras y autores, fue dejando paso a los movimientos más modernos de corte surrealista.Como colofón a toda una tradición literaria emerge, a partir de los años 60, la brillante prosa de Gabriel García Márquez, máximo exponente y primer representante no sólo de la literatura colombiana, sino de todas las letras hispanoamericanas del momento. Grandes novelas, como Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada o El otoño del patriarca, entre muchas otras, le valieron el premio Nobel de Literatura en 1987. Más contemporáneos son los poetas Jorge Gaitán, Eduardo Carranza, Aurelio Arturo y J. Mario Arbaláez, y en los campos de la novela y el ensayo destacan también Fanny Buitrago, Germán Espinosa, Óscar Collazos o Arturo Alape.
Existen en Colombia importantes y antiquísimos legados artísticos de las diferentes culturas precolombinas que allí se establecieron. Entre los numerosos restos arqueológicos destaca el hallazgo de cerámica con 4000 años de antigüedad, uno de los más antiguos encontrados en América. Estas culturas realizaban trabajos de cerámica, orfebrería y escultura en oro y piedra, de los que han sido hallados magníficas figuras, joyas, máscaras y utensilios diversos.La primera época colonial se caracterizó por sus construcciones perecederas, pero a medida que la población europea se asentaba, se edificaban fortificaciones y catedrales de importancia. El primer gran estilo llevado por los españoles a Colombia fue el mudéjar, difundido sobre todo por los misioneros jesuitas. Se trataba de una arquitectura simple y austera en los exteriores, pero de notable decoración artística en los interiores, con especial importancia de los artesonados de madera. La calidad y cantidad de este tipo de obras, de temáticas decorativas muy variadas (abundaban temas florales), dio al país el nombre de La Mudéjar. Destacan también los magníficos claustros, como los de San Francisco de Cartagena, Santo Domingo de Bogotá, o Santa Clara y San Agustín de Tunja.
El s. XVI llevó a Colombia, como a toda América, los esplendores del Barroco, el estilo característico de las grandes catedrales latinoamericanas y también de las principales catedrales colombianas: Bogotá, Cartagena y Tunja. Otros notables ejemplos de este arte quedan manifiestos en numerosas iglesias y conventos, palacios, fortificaciones y casas señoriales de las principales ciudades. Existieron también, en esa época, activas escuelas pictóricas, de las primeras de América, nacidas en Bogotá y Tunja; de ellas surgen pintores como Pedro Bedón, Francisco del Pozo, Alonso de Narváez, Gregorio Vázquez, etc.El estilo Barroco, en sus múltiples tendencias y variedades, dominó en el arte colombiano hasta el s. XIX, apareciendo grandes pintores y retratistas junto a importantes academias y talleres artísticos. Las temáticas tratadas iban desde el paisajismo, los retratos costumbristas o de narrativa familiar, hasta los temas militares y patrióticos de la independencia. El desinterés por la entrada de corrientes artísticas europeas de vanguardia, prolongó el empleo del estilo Barroco, con escasas excepciones, como la de Andrés de Santamaría, cuya obra abrazó el impresionismo.
El arte moderno se impuso entrado ya el s. XX, sobresaliendo Fernando Butero por su pintura y sus enormes esculturas de influencia y tradición precolombina. Su estilo y las voluminosas formas que trabaja, le han hecho merecedor del reconocimiento del público y la crítica internacionales. Colombia cuenta también con otras figuras del arte abstracto y experimental, claramente influenciados por corrientes foráneas.La música colombiana tiene varios orígenes. Distintas tradiciones musicales sobreviven y se mezclan en este país. Destaca la influencia en el folclor festivo colombiano de los ritmos caribeños afro-cubanos o afroantillanos; las abundantes percusiones son herencia de los descendientes de africanos. Colombia posee también un importante legado musical indígena amerindio, que los pobladores de los Andes han hecho pervivir hasta hoy, conservando instrumentos y melodías del folclor tradicional. Una tercera influencia es la europea, llevada a Colombia por los españoles.La composición musical clásica y eclesiástica ha marcado también el sentir musical colombiano, y los ritmos latinos e hispanos se imponen en los bailes típicos de Colombia. El baile nacional colombiano es el bambuco, pero son también muy populares el fandanguillo, la caña, el danzón (típicamente caribeño), y la cumbia. La influencia musical europea fue introducida en gran medida por los jesuitas; pero la música europea clásica no adquirió una gran relevancia en Colombia: los primeros compositores autóctonos no hicieron su aparición hasta principios del s. XVIII, y el primer teatro de la ópera es inaugurado en Bogotá en 1783.
Del s. XIX destacan varios compositores, como Juan Antonio Velasco, Nicolás Quevedo, José Joaquín Guarín y Julio Quevedo, el primero de los cuales fundó el primer conservatorio. Ya en el s. XX destacan Guillermo Uribe o Guillermo Espinosa. Los instrumentos más significativos de la música colombiana son los del folclor indio, con los cascabeles, caracolas y trompetas de antigua tradición andina. Más modernos son el tiple (guitarra pequeña) y el chucho (variedad local de la maraca).Durante la década de los años 20, se produjeron en Colombia una veintena de largometrajes. La aparición del cine sonoro desbancó a la industria local, que dejó escapar a sus mejores profesionales, como el director Alfredo del Diestro, por lo que hasta 1940 no se realizó ninguna película sonora en Colombia. Desde entonces, sólo se produjeron algunos filmes de escaso valor y de carácter folclórico.No fue hasta veinte años más tarde cuando el cine colombiano adquirió mayor peso y fama por sus componentes críticos y políticos, con nombres como Alberto Mejía, el español José Mª Arzuaga o, posteriormente, Carlos Álvarez, Marta Rodríguez y Jorge Silva.